¿Quién es Anonymous?
Se les describe como una organización, e incluso han tratado de establecer en ellos una jerarquía. Pero Anonymous puedes ser tú, el vecino, el panadero o el presidente del Gobierno
Imagina una ciudad cualquiera. Puede ser la ciudad en la que vives o una en la que nunca has estado. Puede ser una ciudad de España o de cualquier otro país. Puede incluso ser real o imaginaria. ¿La tienes? De acuerdo. Esta ciudad, como cualquier otra, tiene sus dirigentes, sus ciudadanos, sus leyes y sus normas escritas y no escritas.
Estas leyes y normas sirven para gobernar a los ciudadanos, que pueden estar de acuerdo o no, o pueden cumplirlas o incumplirlas, ateniéndote a las consecuencias. Hasta aquí, de momento, no habrás tenido que imaginar demasiado, todo parece corresponderse con la realidad.
Piensa ahora en un grupo de personas de esta ciudad —pueden ser dos individuos o dos millones—. Ellos, en su mayoría, no se conocen. Nunca se han visto y nunca han hablado. Sin embargo, estas personas, sin saber de la existencia la una de la otra, reaccionan de la misma manera ante un hecho aislado en su ciudad.
Pongamos, por ejemplo, el cierre de un periódico local que ha destapado un escándalo político por parte del gobierno dirigente, y deciden emprender una acción ignorando la respuesta del otro.
Uno de ellos convoca una asamblea vecinal para debatir la clausura de esa cabecera y el otro decora con una enorme pintada amenazante la puerta del Ayuntamiento. En los sucesivos días, otros ciudadanos van realizando más acciones, desde abrir un nuevo periódico hasta lanzar cócteles Molotov contra los edificios gubernamentales.
Algunas células están organizadas, otros continúan actuando individualmente. De acciones aisladas y espontáneas ha surgido un colectivo no jerárquico ni comunicado internamente que persigue un mismo objetivo con diferentes armas (legales e ilegales) y que las autoridades no pueden combatir con sus leyes y normas.
Anonymous e Internet
Esa ciudad es internet, y esos ciudadanos que han reaccionado son Anonymous. Esta metáfora sirve para responder a la pregunta «¿Quién es Anonymous?» Aunque la respuesta sea tan poco reveladora como la propia pregunta: Anonymous no es nadie y puede ser cualquiera.
Las páginas más recientes de la historia de la red recogen su nacimiento en un momento indeterminado cerca de 2008, aunque tiempo atrás ya se daban acciones anónimas por parte de muchos internautas y hackers a lo largo y ancho de la web (y desde la deep web), desde los boards, como Futaba Channel, y, principalmente, «4chan», la sala de partos donde Anonymous vio la luz por primera vez.
La primera acción con la que Anonymous se dio a conocer fue con el denominado Proyecto Chanology, la respuesta de un numeroso grupo de internautas a la censura de la Iglesia de la Cienciología en la red, que había promovido el cierre de páginas, perfiles de redes sociales y canales de YouTube.
Con V de Vendetta
No fue algo nuevo, las rebeliones y protestas en la red vienen de muy atrás; pero por primera vez se sacaron a la calle. Durante muchos meses, y en diferentes capitales del todo el mundo, los Anonymous cambiaron el teclado por una pancarta y una máscara de Guy Fawkes (muy conocida también por aparecer en la película «V de Vendetta»).
Desde entonces, protestas de todo tipo se han complementado con ataques informáticos, desvelo de información secreta o sensible, denuncias de escándalos políticos, denuncias de abusos de poder o de autoridad, críticas a los conciertos económicos, persecución de delincuentes cibernéticos, y, por supuesto, la lucha por la libertad digital, cuyos límites se sitúan en puntos diferentes para cada autoproclamado activista.
La historia de Anonymous sigue escribiéndose a cada segundo. Las esporádicas detenciones de unas autoridades que no saben contra quién están luchando y que se enfrentan a un vacío legal, las atribuciones de la prensa, en ocasiones sin ton ni son; y, especialmente, los millones de usuarios de internet que aseguran actuar en nombre del colectivo sin que el mundo sepa de manera fehaciente qué o quién es «el colectivo». Todo esto provoca que esta ciudad de la que hablamos sea un lugar apasionante y quizás algo peligroso para vivir.
Mientras, somos muchos los que seguimos a la espera de que Anonymous se quite la máscara para poder comprobar quiénes son, hasta dónde pueden llegar y si alguien los puede parar.
El conocimiento es libre.
Somos Anónimos.
Somos Legión.
No perdonamos.
No olvidamos.
¡Esperadnos!
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